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El día 16 de septiembre de 2021 me fui de La Palma.

En mi interior, estaba cerrando un ciclo, cambiaba de fase y venían nuevos proyectos, nuevos lugares y nuevas personas en el camino.

Cerrando una etapa para empezar otra.

En el vuelo de regreso a Barcelona coincidí con un chico con el que estuvimos hablando de lo que se estaba cociendo en La Palma. ‘’Puede ser que erupcione un volcán’’ me dijo, y estuvimos largo y tendido hablando de la situación geológica de la isla, comentando los temblores que habían habido hasta el momento y especulando sobre dónde podría surgir un nuevo volcán.

El chico no iba nada desencaminado, todo lo contrario.

Tres días después de irme de La Palma, mientras estaba en una comida familiar nos enteramos de que estaba ocurriendo lo previsto. 

Aparecía un nuevo volcán en la isla de La Palma, irrumpiendo con mucha, muchísima fuerza.

La piel se me erizó y yo empecé a tener esos sentimientos encontrados: pena por no estar allí, no verlo y no poder ayudar a las personas y a la isla que tanto me ha aportado durante casi 1 año viviendo allí. 

Y a la vez, sentía alivio de justo partir antes de que todo esto empezara.

El nuevo volcán erupcionó en la zona de cabeza de vaca, a unos 6 km de la casita donde he vivido todos estos meses, por lo que enseguida contacté con los míos de allá y me confirmaron que por suerte, el camino de lava seguía su transcurso en otra dirección.

Pasaban los días y la fuerza del volcán parecía imparable. Todos nos dimos cuenta de lo pequeños que somos los humanos y la impetuosidad que tiene la madre naturaleza por encima de nosotros.

Cientos y cientos de recursos humanos trabajando para evacuar las casas, escuelas y poblaciones enteras que su destino estaba escrito para estar debajo de un mar de lava caliente a 1000º de temperatura. Y nada ni nadie podía cambiar eso.

Ni ser el más fuerte, ni ser el más popular, ni tener todo el dinero del mundo paraba a ese monstruo.

Debajo de esas coladas de lava hay miles de historias de familias que han trabajado por tener su casa, su negocio y su vida durante años.

Y debajo de esas coladas de lava yo también había vivido historias bonitas.

En una de esas casas yo viví una noche de estrellas, barbacoa y risas con personas bonitas.

En una de esas casas viví un amor nuevo.

En una de esas casas tenía la oportunidad de construir un proyecto junto con un amigo, queríamos crear un espacio coliving con actividades, formaciones, yoga y miles de oportunidades que hubieran surgido de allí.

En una de esas playas hice una sesión de yoga mágica que conectó tanto con mi ser que me hizo llorar, ahora hay lava.

En una de esas playas acampé con un grupo de personas bonitas alrededor de una fogata, vino y música… ahora hay lava.

Debajo de esas coladas de lava quedan caminos que yo había caminado para desconectar y conectarme conmigo, escuchando mis podcasts o mi música.

Recuerdo que en una de mis últimas rutas en solitario por La Palma pasé por debajo de esas coladas, y sentada en la cima de una montaña, un pequeño accidente hizo que se cayera lo poco que me quedaba de agua en el suelo, por lo que tenía que volver a mi casa sin una sola gota de agua.

Paseando por esos barrios encontré a dos hombres que estaban construyendo una casa y a los cuales les pedí un poco de agua. Por supuesto que me la dieron y además con una sonrisa en su cara.

De esa casa en construcción ya no queda nada, estará debajo de la lava, y de su sonrisa, no sé qué es lo que quedará.

Hoy, 18 de octubre de 2021 vuelvo a La Palma. 

(Si las condiciones meteorológicas permiten que mi vuelo salga desde Tenerife)

Voy a vivir a 6 km de un monstruo que no deja de sacar fuego por su boca, que no para de llevarse casas, invernaderos y negocios por delante, que no se cansa y que es imparable.

Y mis sentimientos siguen encontrados.

Tengo ganas de volver allí, voy a ayudar a gente que me ha cuidado y siento la necesidad y el deber de ayudarles.

Pero a la vez, tengo mucha pena en el corazón por verme llegar a la isla bonita y encontrarme con otro color, otro cielo y otro aire.

Un monstruo me espera, y tengo ganas de verlo.

Continuará…

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